A las puertas ya de la celebración de la Semana Santa, un algo de nosotros mismos se inquieta y se abre hacia un horizonte de esperanza, porque hay un algo que somos que necesita encontrar estímulos y causes de expresión. Se trata de la espiritualidad, entendida como aquel espacio íntimo de encuentro con la misericordia de Dios. Aun cuando estamos enfrascados en nuestras arduas tareas cotidianas y en medio de una sociedad materialista y egoísta envolvente, aun se ve el testimonio de tantos cristianos que como María, en la advocación de nuestra patrona providencial Nuestra Señora de Dolores, permanece al pie de la cruz.
Los últimos días de Jesús de Nazaret en la tierra estuvieron rodeados de grandes pruebas y dificultades, la mayoría más fuertes de lo que cualquier ser humano creería poder ser capaz de soportar, pero aun así este gran maestro demostró mediante su ejemplo, la grandeza que puede alcanzar el ser humano cuando se pone en contacto con su ser interior y este comienza a manifestarse en obras.
Durante las celebraciones de Semana Santa estamos invitados a alabar a Jesús con nuestras vidas al igual como lo hizo el pueblo de Jerusalén en aquella entrada triunfal, nuestras obras y gestos deben ser ejemplo que reconocemos en el día a día a Jesús que se manifiesta por medio de su divina providencia. No olvidemos nunca que nuestras vidas van adquiriendo sentido cada vez que servimos a nuestro prójimo, especialmente aquellos que más sufren en el cuerpo y en el alma dando ejemplo de servicio, como aquella noche de la Ultima Cena en que Jesús lava los pies a sus discípulos. Nosotros que vivimos la espiritualidad providencia debemos estar al servicio de los privilegiados de Dios, los pobres.
Si bien la cruz que día a día cargamos en nuestras vidas muchas veces se vuelve más pesada y difícil de llevar, no debemos desanimarnos y permanecer como aquel discípulo amado que en compañía de María que permanece de pie ante la cruz. Debemos de permanecer confiados en que la vida no termina en la muerte ni en el sufrimiento. Sino más bien teniendo la esperanza y la confianza en la providencia de Dios que todo lo provee y lo convierte en eterna alegría, en eterna Resurrección.
El paso de Jesús por este mundo tuvo un alto propósito, mostrarnos mediante su vida y ejemplo el camino a seguir para acercarnos cada vez más a nuestro Padre Providente. Una vida dedicada a cumplir la voluntad de Dios manifestada en servir desinteresadamente a la humanidad. Estos días de Semana Santa son ideales para recordar las enseñanzas de este sublime maestro del amor y la compasión. Unámonos en estos días de semana santa a los dolores de nuestra Madre que nos enseña a permanecer siempre de pie ante el sufrimiento personal y de los demás. Sufrimientos que en nuestros días se ven reflejados en tantos hermanos y hermanas que no encuentran el consuelo o la esperanza en sus vidas, sufrimiento que se refleja ante las necesidades de tantos hermanos/as, no solo de carencia material sino más bien de aquella mano amiga de la cual nos podemos tomar y caminar juntos el camino de la vida.
Francisco Cerda
Coordinador Pastoral Colegio Providencia La Serena.